La Fe - Que es la Fe
Definición, Significado y Concepto de Fe
Las Religiones y la Fe
La Fe es un elemento vibratorio inherente a nuestras células y debe ser despertado y dinamizado en nuestro mundo tridimensional
Pertenece a un nivel de
sutilización mayor al que nos encontramos ahora y es la fe, la que permite que
ocurra la transmutación celular.
La Fe (del
latín fides) es la seguridad o confianza en una persona, cosa, deidad, opinión,
doctrinas o enseñanzas de una religión. También puede definirse como la
creencia que no está sustentada en pruebas, además de la seguridad producto en
algún grado de una promesa.
¿Cuál es la
definición y el significado de fe? La repuesta la encontramos en la
Biblia:
Fe es la certeza de las cosas que se esperan, la demostración evidente de realidades, aunque no se contemplen
Hebreos 11:1
La fe es confiar en Dios todo el tiempo. Hebreos 10:38, "Mas el justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma".
La Fe es un elemento luminoso sutil, proyección de energías suprafísicas, que
promueve la relación entre la vibración material y la inmaterial. Esto es
importante para la transmutación de los centros inferiores y de los componentes
cerebrales que, en los individuos rescatables, tienen sus energías elevadas.
Las células del cerebro deben despertar en sí mismas la Fe, pues sólo así
podrán captar y transmitir a las demás a través de la red nerviosa física y
sutil el espíritu y la fuerza de la trascendencia.
En los momentos de prueba y en aquellos en los cuales nuestros cuerpos son
atacados por fuerzas retrógradas, ese elemento luminiscente es la base de
sustentación para que las células no sean dominadas por las mencionadas fuerzas
y para que dichas células se mantengan coligadas con el nivel superior y se
eleven a través de la aspiración. El rescate de los cuerpos no es posible si la
Fe no está presente, al menos en cierta medida.
El apóstol Pablo enseñó que “la fe [es] la certeza de lo que se espera, la
convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1). Alma dijo algo similar: “Si tenéis
fe, tenéis esperanza en cosas que no se ven, y que son verdaderas” (Alma
32:21).
Las Religiones y la Fe
En la práctica religiosa, la fe es fundamental. Es, pues, bajo la fe que
los creyentes aceptan como verdad absoluta los principios difundidos por la religión
que profesan: la creencia en un ser supremo y el sometimiento a su voluntad
divina.
La Fe Religiosa, tiene una serie de puntos comunes en casi todas las
religiones existentes, y también desencuentros.
La Fe en el Bahaísmo
Para el Bahaísmo, la Fe es la máxima aceptación de la autoridad divina de
las Manifestaciones de Dios. La fe y el conocimiento son igualmente necesarios
para el crecimiento espiritual. Esta no solo supone la obediencia externa a
esta autoridad, sino que también una comprensión profunda y personal de las
enseñanzas religiosas.
La fe significa, primero, conocimiento consciente, y segundo, la práctica
de buenas acciones.
La Fe en el Budismo
La fe (pali: Saddhā, sánscrito: Śraddhā) es un componente importante de las
enseñanzas de Gautama Buda, tanto en las tradiciones del Theravāda y el
Mahāyāna. Sus palabras se registraron originalmente en el lenguaje pali y la
palabra saddhā se traduce generalmente como fe. En sus enseñanzas, el saddhā a
veces se describe como:
- Una
convicción de que algo es.
- Una
determinación de lograr las metas personales.
- Una
sensación de dicha, producto de los dos anteriores.
Mientras que la fe en el budismo no implica "fe ciega", la
práctica budista no obstante requiere cierto grado de confianza, principalmente
en la conquista espiritual de Gautama Buda. La fe en el budismo se centra en el
entendimiento de que Buda es un ser Despierto, en su papel superior como
maestro, en la verdad de su Dharma (enseñanzas espirituales) y en su Sangha
(comunidad de seguidores con desarrollo del espíritu). La fe en el budismo
puede resumirse como aquella en las Tres Joyas: el Buda, el Dharma y el Sangha.
Esta tiene el propósito de conducir a la iluminación, o bodhi, y el Nirvana.
Volitivamente implica una decisión resoluta y valiente. Combina el propósito
firme y la autoconfianza de que se podrá lograr lo que se desea.
Al contrario de cualquier forma de "fe ciega", las enseñanzas de
Buda incluyen aquellas incluidas en el Kalama Sutra y exhortan a sus discípulos
a investigar cualquier enseñanza y vivir de acuerdo a lo aprendido y aceptado,
en lugar de creer en algo simplemente debido a que así fue enseñado.
La Fe en el Cristianismo
En el cristianismo, por su parte, la fe es la principal de las tres
virtudes teologales. En ella se cimienta la creencia en la revelación de Dios
propuesta por la Iglesia. Así, tener fe en Dios es creer en su existencia, su
omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia; es creer en la palabra de la Biblia
y las enseñanzas de Jesucristo. Las otras dos virtudes teologales son la
esperanza y la caridad.
La Fe en el Cristianismo se basa en la obra y enseñanzas de Jesús de
Nazaret. El Cristianismo declara no caracterizarse por la fe, sino por el
objetivo de la fe. En lugar de ser pasiva, la fe conduce una vida activa
alineada con los ideales y ejemplo de vida de Jesús.
Para los cristianos, la primera y más urgente tarea es el anuncio de Cristo
resucitado, mediante un encuentro personal capaz de llevar al interlocutor a la
conversión del corazón y a la petición del Bautismo.
La Fe en el Islam
En el islam, fe (Iman) es una completa obediencia a la voluntad de Dios,
que incluye creencia, profesión y acciones, consecuente al encargo de su
representación en la Tierra, según la voluntad de Dios. La fe tiene dos
aspectos: reconocer y afirmar que hay un Creador del universo y solo se debe
adorar al Creador.
La Fe en el Judaísmo - Trece Principios de Fe
La Fe en sí misma no es un concepto del judaísmo. La única vez que se
menciona "fe en Dios" dentro de los 24 libros del Tanaj, es en el
verso 10 del capítulo 43 del Libro de Isaías. En este verso, el mandato de
conocer a Dios es seguido por los mandamientos de creer y entender.
No obstante, el judaísmo reconoce el valor emuná (generalmente traducido
como fe, confianza en Dios) y su estado negativo de Apikorus (herético), pero
la fe no es tan destacado o central como en otras religiones, especialmente
comparado con el cristianismo o islam. Podría ser un medio necesario para ser
un judío religiosamente activo, pero el énfasis está puesto en el verdadero
conocimiento, auténtica profecía y el actuar más que la fe en sí. Rara vez se
relaciona con una enseñanza que deba ser creída.
El judaísmo no exige al fiel explícitamente identificar a Dios (un dogma
central de la fe cristiana, que es llamada Avodah Zarah en el judaísmo, un
forma menor de idolatría pero un gran pecado y prohibición estricta para los
judíos). En cambio se pide honrar a la idea (personal) de Dios apoyada por los
muchos principios citados del Talmud para definir al judaísmo, principalmente
por lo que no es. Por tanto no existe una formulación establecida de los
principios de la fe judía que sean imperativos para todos los judíos.
La Fe en el Sijismo
La Fe tampoco es un concepto en el sijismo. Sin embargo, los cinco símbolos
sijíes, conocidos como las cinco K, también se les conoce como "los cinco
artículos de la fe". Estos son kesh (pelo sin cortar), khanga (pequeño
peine de madera), kara (brazalete metálico), kirpán (espada/daga) y khanga
(ropa interior especial). Los sijíes deben llevar estos cinco artículos de la
fe todo el tiempo para protegerse de las malas compañías y mantenerse cerca de
Dios.
Fe (religión), expresión de la creencia en Dios, un sistema religioso o un
poder superior al hombre, ya sea como una revelación personal, una enseñanza
organizacional, una tradición o una experiencia espiritual o religiosa.
La Fe y la Razón
La Fe y la Razón son dos formas de convicción que subsisten con más o menos
grado de conflicto, o de compatibilidad. La Fe generalmente es definida como
fundamento en una creencia, como una convicción que admite lo absoluto.
Mientras que la razón es fundamento en la evidencia, lo cual aproxima el objeto
de fe a la idea del mito. Según Juan Pablo II, en su encíclica Fides et ratio
(1998), «la Fe y la Razón (Fides et Ratio) son como las dos alas con las cuales
el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad».
Hablando en términos generales, hay tres categorías de perspectivas
respecto a la relación entre fe y razón. El racionalismo sostiene que la verdad
debería ser determinada por la razón y el análisis de los hechos, más que en la
fe, el dogma o la enseñanza religiosa. El fideísmo considera que la fe es
necesaria, y que las creencias deben tener cabida sin la evidencia o la razón,
aún esté en conflicto con ellas. La teología natural considera que fe y razón
son compatibles, de manera que la evidencia y la razón finalmente llevan a la
creencia en los objetos de fe.
Relación entre Fe y Razón
El Racionalismo, en cualquier caso, no se pronuncia con respecto a la
existencia de Dios o a la validez o el valor de la religión, pero rechaza
cualquiera creencia basada solamente en la fe. La fe, por el contrario, no
descansa en pruebas lógicas o en la evidencia. Desde el punto de vista
semántico, las definiciones de fe y racionalismo están en lógica oposición.
Las creencias sostenidas "por fe" pueden valorarse según esté
sujeto su juicio a relaciones de orden con la razón:
- La Fe
subordinando a la razón: En esta perspectiva, todo el conocimiento humano y la razón son
vistos como dependientes de la fe: fe en nuestros sentidos, fe en nuestros
recuerdos, y fe en la disposición de sucesos que recibimos por testimonio
de otros o del entorno. En consecuencia, la fe es vista como esencial e
inseparable de la razón. Esta justificación se aplica en gran parte a la
filosofía histórica del racionalismo, y menos a las perspectivas
racionalistas contemporáneas.
- La Fe
superordinando a la razón: En esta perspectiva, la fe es vista como cubriendo asuntos en los
que la ciencia y la racionalidad son inherentemente incapaces de tratar,
pero que, sin embargo, son enteramente reales. En consecuencia, la fe es
vista como complementando la razón, al proveer respuestas a preguntas que
de otro modo serían incontestables.
- La Fe sin
orden a la razón: En esta perspectiva, la fe es vista como esas opiniones que uno
mantiene a pesar de que la evidencia y la razón digan lo contrario. Así
pues, la fe es vista como perniciosa con respecto a la razón, como si
impidiera la habilidad de pensar. Si alguien afirma "Saber que Dios
existe" contradice su fe desde la Razón ya que si tal afirmación es
verdadera, "Creer que Dios existe" seria falso; por tanto, la
noción de fe pierde toda heurística. Sin embargo, esta paradoja permanece
en los fundamentos de la mayoría de confesiones religiosas.
- La Razón
subordinada a la Fe: La perspectiva en que la razón está subordinada a la fe, sostiene que la
razón depende de la fe por su coherencia. Bajo esta perspectiva, no hay
forma de probar ampliamente que estamos en realidad viendo lo que
suponemos que estamos viendo; de que lo que recordamos realmente sucedió;
o de que las leyes de la lógica y de las matemáticas son en realidad
reales. En cambio, todas las creencias dependen, para su coherencia, de la
fe en nuestros sentidos, recuerdos, y convicciones, porque considera
ajenos los fundamentos del racionalismo y no pueden probarse por la
evidencia o la razón.
René Descartes, por ejemplo, argumentó algo parecido en "Meditaciones
sobre la Primera Filosofía", en las cuales él razonó que todas las
percepciones humanas podrían ser una ilusión elaborada por un demonio perverso.
Ilustraciones de esta visión prefigurada también se encuentran en la cultura
popular contemporánea, en películas tales como 'Matrix", ilustrando y
desafiando la fe en los sentidos, y tales como "Llamada Total"
ilustrando y desafiando la fe en los recuerdos. Similarmente, el budismo Theravada
sostiene que toda la realidad percibida es simple ilusión. Así, se argumenta
que no hay forma de probar, sin lugar a dudas, de que lo que percibimos es
real, de manera que todas nuestras creencias dependan de aceptar con fé
nuestros sentidos y recuerdos.
La epistemología reformada asegura que ciertas creencias no pueden ser
probadas por la razón, sino que deben ser formalizadas por fe, y filósofos y
apologistas cristianos tales como Alvin Plantinga han propuesto que las
creencias de este tipo son "propiamente básicas" esto es, que son
garantes de confianza aun necesariamente sostenidas sin respaldo de evidencia.
En lugar de desmitificarse, estas creencias son mantenidas, porque uno tiene
inclinación natural a creerlas. Plantinga argumenta que la creencia en Dios no
necesita llegar a través de la evidencia y el argumento, sino que puede ser una
creencia natural e intuitiva "propiamente básica" fundada en tal
experiencia.
Los Apologistas Presuposicionales alegan que la fe es una precondición
trascendentalmente necesaria a la razón. En otras palabras, sin fe uno podría
no darle sentido al razonamiento, en términos del proceso o de las leyes que lo
gobiernan. Hace la afirmación de que el mismo concepto de "prueba",
prueba la fe, y así la fe es la cosa más razonable que hay.
El Solipsismo aplica un razonamiento similar al de arriba, para llegar a la
conclusión de que sólo existe el yo, y toda realidad es simplemente una función
de nuestra mente, sobre la base de que sólo la existencia del propio yo puede
ser probada. Esta perspectiva fue registrada primero por el sofista
presocrático Gorgias. El racionalismo contemporáneo tiene poco en común con el
racionalismo histórico continental expandido por René Descartes y otros quienes
dicen que confiaban en el razonamiento solipsista. Plantinga afirma que su
argumento no incorpora el solipsismo, mientras que reconoce que muchas cosas no
pueden ser probadas por la evidencia y la razón, también afirma que las cosas
existen fuera de la mente. Así, concluye que la fe nos permite
"conocer" cosas que no pueden ser estrictamente probadas.
La Fe vista sobre el ámbito de la Razón
La posición que propone a la fe como directora de asuntos que se encuentran
más allá del ámbito de la razón sostiene que la fe es un complemento de ésta, porque
supone limitado el ámbito del conocimiento humano racional.
Esta perspectiva fue pronunciada en la Biblia como sigue:
Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve
Hebreos 11:1 (NVI)
Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido.
1 Corintios 13:12 (NVI)
En esencia, bajo esta perspectiva, la fe corresponde a ideas captadas que, aunque
posiblemente del todo verdaderas, no pueden aún ser completamente resueltas por
nuestra razón.
Algunos han considerado el racionalismo estricto como excluyente de este
tipo de fe; concluye que el pensamiento racional al tener éxito al explicar los
fenómenos físicos, hace ilegítimo aquel conocimiento que viene desde más allá
de la esfera del pensamiento racional. De acuerdo a esta línea de razonamiento:
Nuestra cultura dominada por la ciencia ha excluido la experiencia
religiosa como una clave hacia la realidad; pero, ¿sobre qué fundamentos?.
La ciencia en los años 1600 fue tan exitosa en comprender la dimensión
física de la realidad, que la gente en los años 1700 empezó a pensar que lo
físico podía ser la única dimensión de la realidad. Pero el éxito en un área de
investigación no invalida otras áreas. El peso de la prueba está sobre aquellos
que excluirían de ser una fuente de conocimiento a un tipo particular de
experiencia.
Bajo esta perspectiva, la fe no es creencia estática divorciada de la razón
y la experiencia, y no es ilegítima como fuente de conocimiento. Por el
contrario, la creencia por fe parte de las cosas que pueden ser reconocidas por
la experiencia, y se extiende a cosas que son verdad, aunque ellas no puedan
ser comprendidas, y por lo tanto es válida en la medida que responde a
paradojas que el pensamiento racional oblitera. Como tales, las creencias
sostenidas por esta forma de fe se ven dinámicas y cambiantes, así como uno
crece en experiencia y conocimiento, hasta que la "fe" de uno llega a
ser "vista". Este tipo de razonamiento inductivo se encuentra
comúnmente en el misticismo.
La Fe es la llave que nos lleva al reino que nos espera. Aquietaos. Abríos
a la Fe, pura y simplemente y dejaos impregnar por ella. No debéis esperar que vuestros
hermanos despierten para realidades que os están siendo mostradas.
Tendréis que considerar que esta humanidad pasó por una caída y sólo una
parte de ella es la que ahora se regenera y será rescatada. Además de esto, las
células cerebrales de muchos rescatables están entorpecidas por la densidad
material de sus pensamientos y de sus deseos, y reaccionan mecánicamente a los
impulsos que reciben del medio ambiente, aceptándolos.
No olvidéis que la mentira, la falsedad y el engaño premeditado son insertados
en el hombre por las fuerzas degenerativas. Aquellos de vosotros que pactan con
esas acciones están ingresando en el camino de la desintegración.
Etapas importantes en el encuentro entre la Fe y la Razón
Según el testimonio de los Hechos de los Apóstoles, el anuncio cristiano
tuvo que confrontarse desde el inicio con las corrientes filosóficas de la
época. El mismo libro narra la discusión que san Pablo tuvo en Atenas con
algunos filósofos epicúreos y estoicos (17, 18). El análisis exegético del
discurso en el Areópago ha puesto de relieve repetidas alusiones a convicciones
populares, sobre todo de origen estoico. Ciertamente esto no era casual. Los
primeros cristianos, para hacerse comprender por los paganos, no podían
referirse sólo a Moisés y a los profetas; debían también apoyarse en el
conocimiento natural de Dios y en la voz de la conciencia moral de cada hombre
(cf. Rm 1, 19- 21; 2, 14-15; Hch 14, 16-17). Sin embargo, como este
conocimiento natural había degenerado en idolatría en la religión pagana (cf.
Rm 1, 21-32), el Apóstol considera más oportuno relacionar su argumentación con
el pensamiento de los filósofos, que desde siempre habían opuesto a los mitos y
a los cultos mistéricos conceptos más respetuosos de la trascendencia divina.
El encuentro del cristianismo con la filosofía no fue, pues, inmediato ni
fácil. La práctica de la filosofía y la asistencia a sus escuelas eran para los
primeros cristianos más un inconveniente que una ayuda. Para ellos, la primera
y más urgente tarea era el anuncio de Cristo resucitado, mediante un encuentro
personal capaz de llevar al interlocutor a la conversión del corazón y a la
petición del Bautismo. Sin embargo, esto no quiere decir que ignorasen el deber
de profundizar la comprensión de la fe y sus motivaciones. Todo lo contrario.
Resulta injusta e infundada la crítica de Celso, que acusa a los cristianos de
ser gente iletrada y ruda.
Está claro que la conciencia crítica con que los pensadores cristianos,
desde el principio, afrontaron el problema de la relación entre la Fe y la
Razón, considerándolo globalmente en sus aspectos positivos y en sus límites.
No eran pensadores ingenuos. Precisamente porque vivían con intensidad el
contenido de la Fe, sabían llegar a las formas más profundas de la
especulación. Por consiguiente, es injusto y reductivo limitar su obra a la
sola transposición de las verdades de la Fe a categorías filosóficas. Hicieron
mucho más. En efecto, fueron capaces de sacar a la luz plenamente lo que
todavía permanecía implícito y propedéutico en el pensamiento de los grandes
filósofos antiguos.
En conclusión, la Fe es un sentimiento de total creencia o asentimiento en
relación con algo o alguien y, como tal, se manifiesta por encima de la
necesidad de poseer evidencias que demuestren la verdad de aquello en lo que se
cree. La palabra proviene del latín fides, que no tiene connotación religiosa
alguna y está vinculado a la raíz indoeuropea bheidh, que remite a la noción de
'confianza', 'persuasión', 'lealtad' o
'fidelidad'.
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