El Ego - La Personalidad del Ego
El
Ego, se define como el punto de referencia de los fenómenos físicos y media
entre la realidad del mundo exterior, los ideales del superyó y los instintos
del ello.
El
Ego es, para la Psicología, la instancia psíquica a través de la cual el
individuo se reconoce como yo y es consciente de su propia identidad.
Ego
Para el Psicoanálisis Freudiano el ello (id) está compuesto por los deseos y
los impulsos. El superyó (superego), en cambio, está formado por la moral y las
reglas que un sujeto respeta en la sociedad. El Yo (ego), por último, es el
equilibrio que permite que el hombre pueda satisfacer sus necesidades dentro de
los parámetros sociales.
Aunque
algunas corrientes rechazan esta división de la mente en tres personas
diferenciadas, para Sigmund Freud la personalidad humana está compuesta tanto
por los elementos concientes como por los impulsos inconscientes.
El
Ego, que evoluciona con la edad, intenta cumplir con los deseos del ello de
manera realista y conciliándolos con las exigencias del superyó. El yo, por lo
tanto, cambia con el paso del tiempo y de acuerdo al mundo externo.
Freud
cree que el ego trasciende el sentido de uno mismo para convertirse en un
sistema de funciones psíquicas de defensa, funcionamiento intelectual, síntesis
de la información y memoria, entre otras. El yo supone el primer paso del
propio reconocimiento para experimentar alegría, castigo o culpabilidad.
Desde
una Perspectiva Espiritual, el Eego
(aham) quiere decir considerarse a sí mismo distinto de los demás y de Dios
debido a la identificación con el cuerpo físico y las impresiones (sanskaars)
que existen en varios centros del cuerpo sutil. Resumiendo, el ego es llevar
nuestra vida pensando que nuestra existencia se limita a nuestros 5 sentidos,
mente, e intelecto e identificarnos con ellos en varios grados.
Según
la ciencia de la Espiritualidad, nuestro verdadero estado de existencia es la
identificación con el Alma o principio de Dios en nuestro interior y vivir
nuestro día a día con esta conciencia. Como el principio único e idéntico de
Dios existe dentro de todos, desde una perspectiva espiritual hay unidad en
toda la Creación.
Sin
embargo, dependiendo del nivel de nuestro ego, nos identificamos con el
principio de Dios en nuestro interior, es decir el Alma, en diferentes niveles.
Si nuestro Ego es alto, nos identificamos menos con el Alma o con el principio
de Dios en nuestro interior.
En
la mayoría de libros espirituales, el Ego tiene muy mala fama. La razón es que,
el ego, en cierta forma, es el principio en nuestra mente que nos separa a los
unos de los otros, nos hace individuales, y nos proporciona un sentimiento de
diferenciación del resto de personas, mientras que, el espíritu, es el
principio que nos dice que todos estamos conectados, que todos somos parte de
la misma cosa y que esa separación no existe, sino que en realidad, no es más
que una ilusión.
Sin
embargo, a nivel práctico, el ego no es más que la herramienta que nos ayuda a
organizar los diferentes aspectos de nuestra personalidad de forma que podamos
funcionar en el mundo, ser parte de él, interactuar en todas las situaciones de
nuestra vida, y desenvolvernos con cierta soltura en todo lo que hacemos.
El
problema principal del ego es que muchas veces se pierde el control sobre él, o
mejor dicho, toma completamente el control de nuestra vida sin que nos demos
cuenta.
El
Ego, fue creado para estar al servicio de nuestro YO Interior, y no al contrario. Cuando esta relación
funciona correctamente, el Ego es un intermediario real útil representando a
todo el conjunto de lo que realmente somos. Cuando el ego se confunde con la
totalidad de nuestro ser, y dirige el 100% nuestra vida, nos olvidamos que ese
no es el papel que le fue asignado, y es cuando empezamos a tener problemas y a
desconectarnos de la fuente que realmente ha de guiar nuestros pasos.
La Personalidad del Ego
Así
como la mente no es un “ente” energético por sí solo, el ego si lo es. Tiene
una fuerte personalidad, o mejor dicho, tiene múltiples personalidades
provenientes, en cierto modo de lo que nuestro ADN ha acumulado durante los
años de evolución de la raza humana y que se transforman en diferentes facetas
y caracteres que salen a la luz sin que lo queramos o lo deseemos, en la
mayoría de los casos.
Esta
personalidad, compuesta por múltiples sub-caracteres, es una compleja malla de
sensaciones, pensamientos, comportamientos, miedos y todo tipo de emociones.
Cada
uno de nosotros, en todos y cada uno de los momentos de nuestra vida, nos vemos
obligados a sacar una parte que nos sirva para “gestionar” o manejar aquella
situación en la que nos encontramos. Sea nuestro “yo” valiente, nuestro “yo”
sabio, nuestro “yo” consejero, a veces no nos damos cuenta de esos
sub-caracteres que predominan con fuerza en nosotros y que afloran según las circunstancias
en las que son necesarios, y que, sin embargo, no son más que diferentes
representaciones de nuestro ego, diferentes papeles que asume según la
situación en la que nos encontremos.
Siendo
El Ego, un ente energético real, precisa de “energía” para sobrevivir por sí
mismo, y realizar su función, que es hacer que el ser humano “sobreviva”.
El
Ego tiene que manejar las emociones y sentimientos hasta tal punto, que muchas
veces prefiere protegernos de ellas con tal de no enfrentarse y lidiar con la
carga energética que suponen.
Además
el Ego, necesita su propio alimento, que no es más ni menos que los
pensamientos generados por nuestra mente según en las situaciones que nos
encontremos.
Esas
proyecciones mentales tienen tanto poder que alimentan esas personalidades, y
en vez de hacerlas desaparecer, consigue que tengan cada vez más fuerza.
Es
poe ello que cuando nos demos cuenta de estar imaginando situaciones de este
tipo, como representaciones teatrales en las cuales eres el héroe y estás
haciendo un papel que en la vida real no has podido hacer, tienes al ego
generando energía para sí mismo.
Debemos
detener la función. Salir de ese papel. Decirle al Ego que ya basta. Que el
mundo real no le ha hecho nada y que no use tu energía mental para re-alimentarse.
El
ego no tiene por qué jugar al papel de “vengador”, “salvador universal” o
“victima humillada”, el ego debe ejecutar nuestro rol social a partir de las
instrucciones del Yo Interior, que siempre nos guiará con Sabiduría, Alegría, Amor y Paz.
El ego es una entidad psíquica que construimos para transitar nuestros días a lo largo de nuestra vida. Se trata de la construcción de una serie de mecanismos de actuación que nos permiten expresarnos y adaptarnos a este mundo y que son creados a partir del momento en el que no le es permitido a nuestro Ser esencial manifestarse tal y como necesita.
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