La Orden Rosa Cruz - Ritos de Iniciación - Principios - Doctrinas y Fines
El término Rosacruz se refiere originalmente a una legendaria orden secreta que habría sido fundada, según la "Fama Fraternitatis" publicada en 1614, por "el Padre Divino y altamente iluminado, nuestro Hermano C.R." (Christian Rosenkreutz), nacido en 1378.
Diversas organizaciones esotéricas modernas, normalmente denominadas fraternidades u órdenes, que dependiendo de la organización, usan rituales relacionados, cuando menos en sus formas, con la francmasonería, reivindican ser las herederas de la legendaria Orden Rosacruz, dada a conocer públicamente en el siglo XVII.
La Antigua y Mística Orden de la Rosa-Cruz, es una
escuela filosófica que perpetúa en la actualidad las enseñanzas y tradiciones
de los antiguos Rosacruces, es decir, un Conocimiento Interior sobre los
misterios del universo, de la naturaleza y del propio hombre que se ha
transmitido de iniciado a iniciado a través de los siglos, desde la más remota
antigüedad. El ser humano siempre ha intentado comprender el sentido profundo
de la existencia, para alcanzar la realización de sí mismo que intuye en lo más
profundo de su ser.
Los símbolos asociados generalmente al término "rosacruz"
son bastante heterogéneos, aunque normalmente en su gran mayoría suelen estar
compuestos por diferentes combinaciones de una o más rosas decorando una cruz.
En algunos casos se usa una cruz envuelta por una corona de rosas; junto al
símbolo puede aparecer un triángulo doble o una estrella. En otros casos es
simplemente una cruz, a veces dorada, con una rosa en su centro, e incluso
puede tratarse simplemente de algunos símbolos geométricos como el círculo, el
cuadro y el triángulo, unidos en uno solo. En otras ocasiones la rosa o la cruz
pueden estar adornadas con símbolos cabalísticos y/o alquímicos, e incluso por
símbolos egipcios. Por tanto, podría decirse que el símbolo utilizado para
representar el término "rosacruz" varía dependiendo de la
fraternidad que lo utilice, y de su naturaleza.
De la misma forma puede variar su escritura, ya que
algunas organizaciones o autores actuales utilizan el término escrito como si
fuera una única palabra ("Rosacruz"), otras como si fueran dos
palabras diferentes ("Rosa Cruz") o bien uniendo estas
palabras por un guión o una cruz ("Rosa-Cruz" o también "Rosa+Cruz")
e incluso otras prefieren utilizar el término latino ("Rosae
Crucis"). Para finalizar, algunas organizaciones usan el adjetivo ("Rosacruciana")
para definirse.
«Rosacruz» también designa en masonería el séptimo y último
grado del Rito Francés y el grado dieciocho en el Rito Escocés Antiguo y
Aceptado y en el Rito de Memphis y Mizraím, denominado "Soberano
Príncipe Rosacruz, Caballero del águila y el pelícano,", que tiene como
símbolos principales el pelícano, la rosa y la cruz. La expresión «Rosacruz»
puede designar asimismo al miembro de la masonería o de alguna otra fraternidad
de naturaleza similar que ha alcanzado el grado de "Caballero
Rosacruz".
Las primeras referencias históricas a la Orden de la
Rosa Cruz proceden de la Fama Fraternitatis, obra esotérica publicada en
Kassel, Alemania, en el año 1614, de autor anónimo y desconocido, que ha sido
sin embargo atribuida por varios autores a Johann Valentin Andreae (1586-1654),
sin que exista no obstante ninguna prueba formal que apoye esta tesis. Según lo
relatado en la Fama, la Orden Rosacruz tendría sus orígenes en Christian
Rosenkreuz, personaje legendario nacido en 1378 en Alemania. A partir de 1393
este místico alemán iniciaría un periplo iniciático que le llevaría a visitar
varios países lejanos como Damasco, Palestina, Tierra Santa, Egipto y Marruecos
entre otros, donde estudió durante años con maestros de las ciencias ocultas.
Según la Fama, a su retorno a Alemania en el año 1407,
fundó la Orden Rosa-Cruz, que estaría constituido por un pequeño grupo de no
más de ocho personas, y de los cuales esta obra da sus nombres y funciones en
el seno de la Orden. Cuando Christian Rosenkreuz murió en 1484, la Orden se
extinguió y la localización de su tumba permaneció desconocida hasta que en el
año 1604 fue redescubierta y como consecuencia la Orden Rosacruz «renacida».
La existencia o no de Christian Rosenkreuz divide a
los rosacruces actuales. Algunos la aceptan como un hecho histórico, mientras
que otros la consideran una leyenda plagada de tintes simbólicos y referencias
esotéricas, e incluso otros afirman que el mítico fundador de la Orden no fue
más que un seudónimo usado por ciertos personajes, realmente históricos como Francis
Bacon por ejemplo, para ocultar su verdadera identidad.
Otros dos documentos importantes en relación a la
fundación de la Orden Rosacruz fueron la Confessio Fraternitatis
publicada también en Kassel en (1615), anónima pero atribuida de igual
forma a Andreae y Las Bodas Químicas de Christian Rosenkreuz publicada
en 1616 y atribuida por otros a Francis Bacon. La Confessio Fraternitatis está
indiscutiblemente ligada a la Fama, ya que podría afirmarse que es una
continuación de la misma y matiza y amplia algunas afirmaciones vertidas en la
primera. Con respecto a las Bodas Químicas, explica utilizando el lenguaje
simbólico y alquímico el proceso místico de Christian Rosenkreutz.
La publicación de estos textos provocó una intensa
excitación por toda Europa, dando lugar a innumerables
reediciones y la puesta en circulación de diversos panfletos relacionados con
los citados textos, si bien los autores de tales panfletos evidentemente poco o
nada sabían sobre las intenciones reales del autor original de los mismos.
En 1614 y en 1615 la Hermandad de la Rosa-Cruz
manifestó públicamente su existencia con tres obritas: la «Reforma Universal» (All-gemeine
und General Reformation), la Fama Fraternitateis Rosae Crucis y la
Confessio Fraternitatis, escritos cuyo autor fue verosímilmente J.V.
Andreae (1586-1654) La Fama relataba la fundación de la Orden por el
alemán Christian Rosenkreutz (designado con las iniciales C.R.C.), iniciado por
los Sabios de Siria en el curso de un viaje a Oriente; también se encontraba en
ella el relato del descubrimiento de la tumba de Rosenkreutz, en la cual los
discípulos hallaron, además del cuerpo del Maestro que llevaba en la mano un
libro simbólico escrito sobre pergamino, toda suerte de objetos rituales:
«espejos de diversas virtudes, campanillas, lámparas encendidas (las famosas
"lámparas perpetuas" de los Rosacruces), extraños cantos artificiales
(¿una máquina parlante?)... »
Durante todo el Medioevo, a pesar de las hogueras y de
la Inquisición, nunca cesó la fermentación intelectual: el esoterismo,
cristiano o no, fue propagado por organizaciones iniciáticas, sociedades
secretas que sintetizaban en teosofías sutiles corrientes de pensamiento de muy
diverso origen. Hubo principalmente numerosas asociaciones de alquimistas,
hermetistas, cabalistas.
El Renacimiento había de acarrear condiciones ideales
para el nacimiento de tales sociedades secretas: el ocaso del poderío de la
Iglesia Católica permitía a la curiosidad intelectual, que ya no era frenada
por el dogma, desarrollarse cada vez más, favoreciendo el gran progreso de las
más heterodoxas doctrinas. Los viajes relacionaban cada vez más los adeptos de
todos los países: Nicolás Barnaud (1535-1601) refiere cómo, desde 1589, viajó a
través de toda Europa «para buscar a los aficionados a la química (es decir, a
la alquimia) y comunicarles sus ideas políticas». En cuanto al célebre
Paracelso, había de llegar a ser la gran autoridad para todos los autores
rosa-crucistas, que utilizaron con abundancia sus doctrinas, aludiendo más de
una vez a su profecía relativa a la llegada del Elías artista: «Dios
permitirá -dijo- que se haga un descubrimiento de mayor importancia que debe
quedar oculto hasta el advenimiento de Elías Artista... Y es la verdad,
no hay nada oculto que no deba ser descubierto, por eso tras de mí vendrá un
ser maravilloso, que no vive aún, y que revelará muchas cosas» (Ese Elías
artista-decía el Rosa-Cruz Andreae- no es un individuo, sino un ser
colectivo, que no es otro más que nuestra Hermandad misma.)
Los Rosacruces fueron «alquimistas que mezclaban
cuestiones políticas y religiosas con sus doctrinas herméticas» (F.Hoefer). Fue
en Alemania, medio propicio a las ideas de Reforma, donde nació dicha Sociedad
secreta, muy al final del siglo XVI, si no muy al principio del siglo
siguiente: la más antigua fecha a que podamos llegar es 1598, en la cual el
alquimista Studion funda en Nuremberg una asociación denominada Militia
Crucifera Evangelica, especia de arquetipo de la Rosa-Cruz, y cuyas teorías
se hallan reunidas en una curiosa obra, intitulada Naometria(1604), que
estudia «la medida del Templo místico», utilizando el símbolo de la Rosa y de
la Cruz, y anunciando una «reforma general» y una «renovación de la Tierra».
Observemos igualmente que se descubren todos los símbolos rosacrucistas en uno
de los pentáculos del Amphitheatrum Sapientiæ Æternæ(1598) de
H.Khunrath.
Los autores han acudido a veces al esoterismo
musulmán, y asimismo a los Alumbrados españoles para dar cuenta del
movimiento, pero lo esencial de la inspiración de los Rosacruces parece haber sido
tomado en las teorías desarrolladas por los discípulos alemanes de Paracelso,
conocidas con el nombre de Pansophia («Conocimiento Universal»), aun
cuando se encuentran casi todos los vestigios de las doctrinas más o menos
teosóficas y místicas. La Hermandad parece haberse constituido hacia 1600, sin
que puedan darse detalles precisos: el juramento de respetar el secreto
absoluto respecto de la Orden parece que fue bien seguido por los afiliados
hasta 1614, fecha en la cual la Rosa-Cruz creyó conveniente manifestar su
existencia al mundo. Sin embargo, parece que debe atribuirse un papel de primer
plano a los alquimistas que odeaban a Rodolfo II de Habsburgo y otros
soberanos, como el conde Mauricio de Hesse-Cassel. El pastor luterano
J.V.Andreae fue quien habló en nombre de la Hermandad, cuya existencia había de
intrigar durante tanto tiempo al público culto de entonces (así como por lo
demás, al pueblo).
La Rosa-Cruz es el símbolo formado por una rosa
roja fijada en el centro de una cruz, también de color rojo, «pues ha sido
salpicada por la sangre mística y divina de Cristo».
Ese símbolo, enarbolado - nos dice Robert Fludd (Summum
Bonum) - por los Caballeros cristianos en tiempo de las Cruzadas, tiene
doble significación: la Cruz representa la sabiduría del Salvador, el
Conocimiento Perfecto; la Rosa es símbolo de la purificación, del ascetismo que
destruye los deseos carnales, e igualmente el signo de la Gran Obra alquímica,
es decir, la purificación de toda mácula, el acabado y perfección del Magisterio.
Puede igualmente verse en ella la cosmogonía hermética, pues la Cruz (emblema
masculino) simboliza la divina Energía creadora que ha fecundado a la matriz
oscura de la substancia primordial (simbolizada por la Rosa, emblema femenino)
y ha hecho pasar el universo a la existencia.
Expansión de la Orden Rosa-Cruz
El movimiento de la Orden Rosa-Cruz alcanzó gran
extensión en Alemania, donde sus adeptos más destacados fueron Andreae Mynsicht
(llamado Madathanus), Gutman y Michael Maier (1568-1622). El gran
místico Jacob Boheme (1574-1624), cuyas obras están salpicadas de alusiones a
la «Piedra filosofal espiritual», al Cristo, «la santa Piedra angular de la
Sabiduría» ( la misma expresión en el gran doctor del grupo, el inglés Robert
Fludd), estuvo muy influido por esa mezcla de teorías teosóficas, cuya
repercusión fue considerable Pero
el rosicrucianismo enjambró fuera de su patria de origen: así el checo Comenio,
uno de los principales jefes de la secta de los Hermanos moravios, autor de
varias obras teosóficas en las que exhortaba a los hombres a que construyeran
«un Templo de la Sabiduría según los principios, reglas y leyes del Gran
Arquitecto, el propio Dios», marchó a Holanda, donde tuvo discípulos . (Los
Países Bajos eran, por lo demás, un país ideal para adeptos, pues existía
libertad de pensamiento casi completa.) Francia parece haber sido poco todada,
aun cuando la Rosacruz tuvo sus afilidados, como Michel Potier y el cirujano
Dabid de Planiscampy. La mayor expansión de la Orden se vio en Inglaterra,
gracias a los esfuerzos del médico Robert Fludd (1574-1637). Fludd había
viajado durante seis años por el continente (1598-1603), recorriendo Francia,
Italia, España y Alemania hasta los confines de Polonia: estuvo en relaciones
con Hermanos alemanes, y es hizo iniciar en los ritos y en las doctrinas de la
Fraternindad. De vuelta a Inglaterra, Fludd fundó en Londres grupos que se
extendieron rápidamente y es verosímil que fuera el Gran Maestro de la rama
británica de la organización. Hacia 1650, la Rosa-Cruz estaba poderosamente
organizada en Inglaterra. Ella fue la que debiá introducir en la Francmasonería
el sistema de Altos Grados, llamados «Escoceses».
La Hermandad de la ROSACRUZ tomó impulso, a mediados
del siglo XVII, en la Francmasonería: sus adeptos hallaron refugio en los
talleres masónicos, y luego de hacerse recibir como accepted Masons,«Masones
aceptados», utilizaron el simbolismo de las Corporaciones de constructores para
propagar sus enseñanzas; eran «Masones simbólicos», trabajando en «edificar el
Templo invisible e inmaterial de la Humanidad». Modificando el ritual
introduciéndole sus concepciones herméticas y cabalísticas, crearon el grado de
Maestro con su ritual característico de iniciación, que hace revivir al
recipiendario la muerte, la «pobredumbre» y la resurrección de Hiram (Véase
Cap.V, § II); fueron ellos, igualmente, quienes introdujeron los Altos
Grados, tan cargados de esoterismo cristiano, callados en las Constituciones
de Anderson, pero que habían de reaparecer luego, en forma más o menos
alterada. Así, puede decirse sin paradoja que la Francmasonería moderna ha
copiado y continuado el esoterismo de los rosacruces, tomando de ellos sus más
típicos símbolos herméticos, como el pelícano, el fénix que renace de sus
cenizas, el águila bicéfala, etc.
Hubo así, durante la primera mitad del siglo XVII, una
gran mezcla de ideas, un gran desarrollo de las Sociedades secretas, que se
copiaban recíprocamente unas de otras. Por lo demás, es bastante difícil
orientarse en ese período donde las efusiones místicas y la alquimia corrían
parejas con las investigaciones científicas y los deseos de reforma social, que
se traducen en el gran número de Utopías de entonces; citemos entre
otras, la Ciudad del Sol, de Campanella (cuyo Templo presenta curiosas
analogías con una Logia) y la New Atlantis, de Francis Bacon, que,
escrita a partir de 1622, describe la «Casa de Salomón» donde residen los
sabios, acudiendo a los símbolos arquitectónicos.
Ritos de Iniciación de la Orden Rosa-Cruz
Es interesante estudiar los ritos de iniciación de
los Rosacruces, así como los diferentes grados. Los Rosa-Cruces alemanes
practicaron el sistema de «Superiores desconocidos», en el que los afiliados
inferiores ignoraban la personalidad de los miembros superiores de la
jerarquía. Por lo demás, esa concepción se veía favorecida por las concepciones
de los Hermanos, que admitían una suerte de conservación de la tradición
secreta por grandes iniciados, hombres que se han librado de la
dominación de los sentidos, y recorren incansablemente el mundo: son los
verdaderos Rosacruces, por oposición a los simples «Rosacrucistas».
Tenemos algunas alusiones a diversos ritos iniciáticos
en obras como las Noces chymiques de J.V.Andreae, que constituye al
mismo tiempo un tratado de alquimia: muchos intérpretes han tratado de dar una
explicación de las diferentes ceremonias, representaciones y pruebas por que
atraviesa durante siete días Christian Rosenkreutz.
Se encuentra igualmente el relato de una iniciación,
destinada a hacer revivir al neófito la suerte de Elías y de Enoc (que han sido
raptados al Cielo) en el Tractatus theologo-philosophicus, de Fludd. Los
textos sobre esos puntos son raros y bastante reticentes. Pero hay un medio
indirecto de conocer los ritos iniciáticos de los Hermanos: recurrir al estudio
de los rituales que se encuentran en los Altos grados de la Masonería
«escocesa», grados cargados de un simbolismo hermético y cristiano muy
característico. Sin embargo, es sumamente difícil reconstituir los grados
originales, que en el curso del siglo XVIII sufrieron numerosos arreglos
sucesivos.
No obstante, un estudio de los símbolos y de las
alegorías empleados por el ritual de esos «Altos Grados» no dejaría de ser
interesante: en él se encuentran casi todas las doctrinas herméticas, tal cual
fueron codificadas por los adeptos del siglo XVII. He aquí, a título
ilustrativo, la descripción, según Vuillaume, de la Jerusalén Celeste,
tal cual está representada en el capítulo de los Rosa-cruces
«En el fondo [de la última habitación] hay un cuadro
en el que se ve una montaña de la que corre un río, a cuya orilla crece un
árbol que lleva doce clases de frutas. En la cima de la montaña se halla un
zócalo compuesto de doce piedras preciosas en doce hiladas. Encima de ese
zócalo hay un cuadrilátero de oro, que lleva en cada uno de sus lados tres
ángeles con nombres de cada una de las doce tribus de Israel. En ese
cuadrilátero hay una cruz, en el centro de la cual está acostado un cordero»
Esta descripción (inspirada en el Libro XXI del Apocalipsis
de San Juan) debe relacionarse con los desarrollos de Fludd en su Tractatus
theologo-philosophicus. Ese grado de Rosa-Cruz (del que la joya reproduce
precisamente el símbolo del mismo nombre) es característico con su esoterismo
cristiano y su Cena mística
Las ideas rosicrucistas están fácilmente al alcance de
historiador, pues los Hermanos escribieron mucho, y las grandes bibliotecas
europeas poseen numerosas obras de ese género, de la primera mitad del siglo
XVII, a menudo ilustradas con gran número de figuras simbólicas, emblemas y
diagramas de lo más interesantes. El escritor más notable de la Orden fue
Robert Fludd, cuyos numerosos trabajos constituyen una verdadera suma, en que
se abrevaron los adeptos de la Alta Filosofía masónica de los siglos
siguientes.
Doctrinas y Fines de la Orden Rosa-Cruz
Es muy difícil resumir, aunque sólo fuera ligeramente,
la doctrina rosacrucista de filosofía religiosa tal cual está sistematizada por
Fludd. Es un vasto sistema teosófico, un cristianismo esotérico fuertemente
influido por el Hermetismo, la Cábala Judía, el Neo-platonicismo y la Gnosis:
es un sistema compuesto, que ha reunido los vestigos de todas las tradiciones
más o menos secretas que caminaron subterráneamente durante todo el medioevo y
el Renacimiento. Se encuentran desarrollados todos los temas clásicos del
esoterismo (principalmente la Cosmogonía sexual, pues se atribuye el
origen del universo a la unión del Fuego macho y de la materia hembra). Todos
los seres sólo son desarrollos varos del Ser único, de la Mónada,
que se manifiestan en diferentes grados y están destinados a entrar en la
Unidad primordial. Los depositarios de la antigua filosofía secreta perpetuada
desde los tiempos primitivos, anuncian el próximo retorno de la edad de oro.
El hombre, privado de la Divinidad por su rebelión,
debe reintegrarse a ella por el éxtasis; puede, debe volver a ser Dios. Traen
una gnosis destinada a operar la «Reforma universal» religiosa y social.
La Gran Obra hermética es ante todo el Ergon, la búsqueda interior de la Piedra
Filosofal, la santificación del adepto, y es también el Parergon,
subordinado al primero, que es la busca física de la Piedra, capaz de
«santificar» la materia transmutándola en oro puro.
«El Cristo habita en el hombre: lo penetra
enteramente; y cada hombre es una piedra viviente de esa roca espiritual,
aplicándose así las palabras del Salvador a la humanidad en general; así se
construirá el Templo, cuyas figuras fueron la de Moisés y la de Salomón. Cuando
el Templo esté consagrado, sus piedras muertas se transformaran en vivientes,
el metal impuro se transmutará en oro fino y el hombre recobrará su estado
primitivo de inocencia y perfección»
Observemos particularmente la creencia en una
continuidad de la Revelación, y conservándose la Tradición secreta por
una sucesión ininterrumpida de «grandes iniciados», que son los verdaderos Rosa-cruces,
en sentido absoluto del término (pues los miembros de la Hermandad son sólo
simples Rosicrucistas), depositarios de la Ciencia total, poseedores de
la Piedra filosofal y el arte de prolongar la vida indefinidamente, dotados de
poderes sobrehumanos y desconocidos de la muchedumbre. Son los «Invisibles» que
muchos personajes de aquellos tiempos intentaron en vano encontrar; hubo,
naturalmente, algunos hombres que pretendieron hallarse entre esos
«Rosa-cruces». (Así un médico refiere que en 1615 viajó «con un hombre de
mediana estatura, aspecto común y vestido sencillamente, que hablaba toda clase
de ciencia, curaba a los enfermos gratuitamente, llevaba el traje del país,
declaraba que era Rosa-Cruz, conocía las virtudes de las plantas, sabía lo que
los otros decían de él, hablaba lenguas muertas y extrañas; comió impunemente
brionia, hizo predicciones; era un anciano monje de ochenta y un años, el
tercero de la Hermandad; hablaba sin desdecirse jamás; desapareció, y no
quedaba más de dos noches seguidas en la misma localidad».) Hacia 1625 corrió
el rumor de que esos «Reveladores» habían vuelto hacia su país de origen: el
Oriente misterioso. Desde esa fecha, y hasta nuestros días, operó en Europa
cierto número de personajes que pretendían ser «grandes Iniciados»; los más
célebres fueron el Conde de Saint Germain y Cagliostro, en el siglo XVIII.
La Rosacruz, esa Sociedad secreta aún tan misteriosa,
ejerció un papel mucho más importante de lo que se cree: así, Descartes,
seducido por esas teorías místicas y humanitarias durante su permanencia en
Alemania y Holanda, tuvo oportunidad de afiliarse, sin duda por mediación de su
amigo el matemático Faulhaber; y el famoso «Sueño» de Descartes, así como
varios opúsculos de su juventud, como las Olympica, son reveladoras
sobre el particular
Esta Sociedad se integró a la
Francmasoneriá, que ha sido fuertemente influida por esos adeptos; en cuanto a
las organizaciones modernas que han pretendido, o pretenden, prolongar el
movimiento, no tienen nada en común con las Rosa-Cruces del siglo XVII (a ese
tipo pertenecen la «Orden Cabalística de la Rosa-Cruz» de S. de Guaita, la «Rosa-Cruz
católica» de Péladan, la Rosicrucian Fellowship de Max Heindel, y otras
sociedades menos conocidas.)
Principios de la Orden Rosa-Cruz
Es una hermandad mundial,
compuesta por hombres y mujeres que se dedican al estudio y aplicación práctica
de las leyes más elevadas de la Naturaleza para que, por medio de un proceso de
desarrollo interno y de avance personal, vayan desarrollando sus
potencialidades superiores a fin de que puedan vivir una vida plena en todos
los planos de manifestación.
Los Rosacruces son una
fraternidad esotérica, iniciática y tradicional, lo que indica que su profundo
conocimiento de la naturaleza física, mental y espiritual del ser humano ha
permitido el desarrollo de una técnica de desarrollo de la consciencia, y del
despertar a las realidades superiores de la personalidad profunda del ser, que
ha sido demostrada como altamente eficaz y válida durante siglos.
Los Rosacruces saben que el
ser humano posee niveles de consciencia muy profundos, donde se encuentra un
enorme y maravilloso potencial, y que para acceder a estos niveles de
consciencia es necesario hablarle al Ser Interior en su propio lenguaje.
El lenguaje de los niveles
superiores de consciencia humana es el de los símbolos, y se nos revela en los
sueños, cuyas imágenes tienen un significado, en nuestras intuiciones e,
incluso, en visiones espirituales.
Un místico medieval dijo que:
"Dios habla al hombre por medio de símbolos, y el hombre se comunica con
Dios por medio de los símbolos que forma en su mente".
Por esta razón los Rosacruces, profundos conocedores
de la naturaleza del ser, y de los símbolos, saben cómo unir sus enseñanzas con
un aspecto simbólico para que, de esta manera, lo racional y lo emocional, lo
físico y lo espiritual, lo humano y lo divino, se identifiquen y proporcionen a
los estudiantes de nuestra Orden Venerable la mejor y más completa formación,
así como la transmisión del conocimiento interior, aquel que convierte a
quienes lo poseen en maestros de sus vidas y artífices de su destino.
Referencia: Los rosacruces
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